El crowdfunding, entre otras cosas, se está revelando como un significativo banco de pruebas y escaparate para iniciativas emergentes. Una nueva vía de financiación colectiva y búsqueda de colaboraciones para poner en marcha ideas. Se trata de conseguir recursos financieros para llevarlas a cabo; tanto microinversiones, como por qué no, otras inversiones de mayor cuantía, que puedan suponer por ejemplo, participar en la propiedad o en el reparto de posibles beneficios (fórmulas estas que aun no son la tónica general del crowdfunding pero que irán dándose cada vez más). Al mismo tiempo, las campañas de crowdfunding sirven para contrastar y suscitar el interés entre los posibles públicos objetivos, obtener impacto de comunicación, o abrir un canal de preventa, que gracias a internet saca partido a esas teorías de los micronichos y largas colas. Además, en el caso de redes sociales como Goteo, se fomenta no sólo el crowdfunding, sino también el crowdsourcing, la colaboración distribuida como base de (inter)relación.

Además, el crowdfunding exige a quienes promueven una iniciativa, dar ese paso que va de alumbrar una idea a desarrollarla para convertirla en un proyecto factible. Porque cuando se busca el compromiso de la gente, cuando pedimos dinero a personas que no conocemos (o si), tenemos que desarrollar nuestros argumentos, aterrizar las cosas, elaborar un plan de producción especificando los recursos necesarios, plazos, etc. Pero principalmente el crowdfunding tiene que ver con asumir un cambio de situación y reglas del juego y plantear nuevos modelos, OTRAS FORMAS DE RELACIONARSE Y HACER más allá de las lógicas a las que estamos acostumbradas.

Todo esto tiene mucho que ver con eso que se llama ‘emprender’. Emprender como tomar la iniciativa, afrontar un reto, innovar-arriesgarse-comprometerse con determinación con una idea con la que contribuir a un avance positivo de la sociedad. Emprender como comenzar una empresa, antes que abrir una empresa (como forma jurídica). Porque se puede emprender siendo autónoma, creando una S.L. o una COOPerativa, pero también desde una asociación de vecinos o un grupo cultural, desde el instituto o una asamblea de un centro social... Probablemente, es en esos entornos menos estandarizados para el ámbito empresarial donde se esté produciendo ahora mismo una mayor innovación en emprendizaje, con iniciativas que además de viabilidad económica, tienen un importante impacto social y están contribuyendo a repensar las formas de producción y consumo en claves que nos lleven a un nuevo escenario, más allá del que estábamos antes de esta crisis.

Y es que plataformas como Goteo están llenas de proyectos de emprendizaje o mejor, de proto-emprendizaje. Porque probablemente una gran parte de la gente que está desarrollando iniciativas y buscando financiación para llevarlas adelante, ni siquiera es consciente de si misma como 'emprendedora' (quizá, incluso el reto y el esfuerzo de acometer una campaña de crowdfunding, supongan un primer momento consciente de la labor de emprender más allá del desarrollo de la propia iniciativa en si misma). Quienes están acercándose al crowdfunding son en gran medida gente con ganas, con muchas capacidades, con iniciativa propia, que se encuentran en una fase previa a formalizarse como entidad, en un momento de prototipado, tanto de lo que ofrecen, como de cómo lo ofrecen. Probablemente les gustaría llegar a hacer de sus intereses, aficiones y habilidades especiales, un modo de vida, pero si llegan a pensar en DAFOs o planes de viabilidad, será a partir de la experiencia propia, desde un deseo de profesionalizarse para poder afrontar nuevos retos. Así, el crowdfunding puede ser en muchos casos el inicio de un camino entre el amateurismo, el autoempleo y la micropyme.

Además, en el caso de Goteo, a la iniciativa personal se suma el valor añadido de que esta sea libre y abierta, contribuyendo a desarrollar nuevas economías alrededor del procomún, e incipientes modelos de organización, producción, distribución o consumo basados en redes distribuidas P2P. Proyectos, productos y servicios de código abierto, que quieren ser reproducibles, reutilizados, remezclados y mejorados gracias a comunidades conectadas en red. De este modo, si es que a partir de estos proyectos se desarrollan empresas, probablemente serán (algunas ya lo son) empresas vinculadas a la economía abierta, social, alternativa y solidaria o a eso que podemos llamar 'empresas del procomún'. Se trata, ya no sólo de crear empresas, sino de pensar sobre qué tipo de empresas queremos crear si queremos contribuir a fomentar un nuevo paradigma socio-económico más accesible, justo y sostenible.

La iniciativas que pueden encontrarse en Goteo se relacionan con una gran variedad de sectores, muchas veces interrelacionando unos con otros, sirviendo de muestra de tendencias emergentes y nuevos mercados en tecnología, ecología, diseño, educación, audiovisual, cultura, comunicación, ciencia, gastronomía, comercio... Además, en gran medida, se dirigen a la ciudadanía como agentes proactivos, usuarios, protagonistas, activadores de los propios proyectos, más allá de la figura de cliente, consumidora o financiador. De este modo se puede producir todo un cambio en las relaciones entre los agentes  implicados en cada iniciativa a lo largo (y ancho) de toda la cadena de valor.

Una rápida ojeada por los proyectos financiados a través de Goteo nos puede servir como muestra de a qué nos referimos:
  

  • Desde el diseño de productos o servicios como: Zapatos para ensamblar, una propuesta de open-fashion para abrir el mercado de los complementos de moda desde la fabricación digital; Krto Kids, mobiliario de cartón, ecológico y personalizable por niños de 3 a 6 años; Tutómics, tutoriales en formato cómic para introducirse de manera sencilla en el mundo de la electrónica DoItYourself; KinoRaw, software y hardware libre audiovisual para cine y documentales abiertos; o Diseño Social, una publicación sobre plataformas colaborativas de comunicación e interacción orientadas al cambio social.   
     
  • Vincular emprendizaje y ecología como: llevamealhuerto.com, un programa audiovisual on line sobre cultivo en terrazas y huertos urbanos; Huertos Compartidos, una herramienta que pone en contacto a propietarias de tierra con personas que quieran cultivarla; Bionéctar, un espacio con bioconstrucción para una tetería y restaurante ecológico y vegano; o La Fogaina, un horno de pan ecológico y comunitario.
     
  • Iniciativas alrededor de la economía solidaria como: Mercado Social, una plataforma y herramientas de cooperación para el desarrollo del mercado alternativo y el consumo responsable puesta en marcha desde REAS; PachaMama, una red de entrega de cestas ecológicas en bicicleta, desde productoras locales directamente a las consumidoras; o InfinitLoop, una cooperativa de inserción socio-laboral que promueve un envoltorio de regalos reutilizable y geolocalizable.   
     
  • Oportunidades derivadas del open data y la interpretación de esta información como: Tu derecho a saber, una web desde la que preguntar, presionar, hacer cumplir y que sea efectiva la ley de transparencia; España en llamas, una investigación multimedia y de datos sobre los incendios en el Estado Español; o Smart Citizen, un proyecto de sensores inteligentes en la ciudad para obtener y monitorizar datos sobre contaminación.   
     
  • Repensar el papel de los medios y de las profesionales de la comunicación como: Fixmedia, una herramienta para mejorar colectivamente las noticias de los medios reportando errores o ampliando contenidos; Vía52, un nuevo semanario digital temático; o proyectos de radios o televisiones libre, autogestionadas y/o comunitarias como LaTele, TasTas Irratia o CUAC FM.


Quizá por todo esto, agencias de emprendizaje como Euskadi Emprende ya nos están apoyando. A través de su programa 'Cooperar para Emprender' están contribuyendo a que desde GoteoEuskadi podamos hacer más talleres de formación y dedicar más horas al acompañamiento de los agentes para desarrollar sus campañas de crowdfunding, identificar de manera segmentada sus públicos objetivos, determinar las recompensas individuales y los retornos colectivos que van a ofrecer, definir mejor sus estrategias de comunicación, o incluso pensar en cómo diseñar su proyecto en claves abiertas si es que no lo habían hecho hasta ese momento.

Si queremos que el crowdfunding no se quede en una simple forma alternativa de conseguir dinero (si el dinero es el reto principal probablemente estemos enfocando mal la cuestión), debemos explorar este tipo de fórmulas.

¿Quién más se anima a transitar este camino?